Inundaciones y soluciones que llegan con el agua al cuello


Estado de México.- Las inundaciones que azotaron el Valle de México en días recientes han vuelto a poner en evidencia una de las mayores vulnerabilidades de la zona oriente del estado: la fragilidad de su infraestructura hídrica y la falta de planeación urbana de largo plazo.
Municipios como Chalco, Valle de Chalco, San Mateo Atenco y otras zonas del oriente del Estado de México, revivieron, una vez más, el drama de la pérdida material, el caos vial y la desesperación ante el agua que entra sin permiso en hogares y comercios.
Pero será hasta el lunes 9 de junio entrará en operaciones el Nuevo Colector Solidaridad, una obra esperada durante años por miles de habitantes de Chalco. La intención es clara: evitar que las lluvias conviertan cada temporada en una amenaza.
La obra es sin duda un paso importante, pero llega con el agua al cuello, tras inundaciones que ya han cobrado un alto costo para cientos de familias.
Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad de México, ha activado protocolos y distribuido equipos para hacer frente a las contingencias.
La coordinación interinstitucional es vital, y se aplaude que haya respuesta inmediata, pero la reacción no sustituye a la prevención. La naturaleza no espera a que se terminen las obras, y cada minuto de retraso se mide en viviendas anegadas y ciudadanos desamparados.
Reconocen autoridades que los retos son complejos
Las autoridades han reconocido que la orografía, el hundimiento del suelo y la intensidad de las lluvias son retos técnicos complejos. Sin embargo, también es cierto que el crecimiento urbano desordenado, la falta de mantenimiento en drenajes y la insuficiente inversión en infraestructura pluvial han sido problemas acumulados por administraciones anteriores y actuales.
La lluvia no distingue colores partidistas, ni fronteras entre municipios y alcaldías. Por ello, se requiere de un esfuerzo coordinado y sostenido que no se limite a una temporada o a un ciclo electoral. La entrada en operación del colector Solidaridad no debe ser el fin, sino el comienzo de una estrategia metropolitana ambiciosa, donde la resiliencia urbana sea una política de Estado y no una promesa para cuando ya todo está bajo el agua.