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Huir de conversaciones aburridas

Huir de conversaciones aburridas

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Por Ivette Estrada

La atención plena es una habilidad empleada en conversaciones significativas. Se trata de una herramienta en trabajos de periodismo, ventas, relaciones públicas, educación y medicina.

Implica leer gestos, posturas y silencios más allá de las palabras. Es una tarea que requiere suspender el juicio, abrir espacio interno, sostener silencios incómodos, y a veces, contener emociones ajenas.

Para quienes ritualizan el diálogo, cada conversación es una ceremonia…y no todas merecen altar. Cuando el intercambio carece de sentido, se convierte en una profanación del tiempo, del intelecto, de la emoción. Entonces necesitamos escapar.

Nos cuesta hacerlo por normas sociales, miedo al juicio o, incluso, por la esperanza secreta de que algo valioso emergerá. Pero eso, rara vez ocurre. El aburrimiento es el foco rojo que nos impulsa huir. Puede ser descrito como una emoción liminal, una frontera entre la vida activa y la suspensión del sentido.

No es simplemente falta de estímulo. Es una conciencia de la falta de sentido. Es el momento en que la mente se asoma al vacío y no encuentra eco. Puede adoptar muchas máscaras como indolencia, hastío o indiferencia radical.

Pascal decía que el ser humano no soporta estar solo en una habitación sin hacer nada. El aburrimiento revela nuestra fragilidad existencial. Heidegger lo llamó “el aburrimiento profundo”, una experiencia que nos confronta con el ser mismo, como si el mundo se retirara y quedáramos desnudos ante la nada. En La náusea, Sartre muestra cómo el hastío puede volverse una revelación ontológica: el mundo se vuelve absurdo y eso nos despierta.

El aburrimiento es el momento en que el tiempo se vuelve plano y sin textura. Entonces emerge una pregunta imperiosa: ¿Cómo podemos escapar? Estas son unas formas de hacerlo:

La salida simbólica: “Me encantaría seguir, pero necesito guardar silencio un rato para procesar lo que he vivido hoy.” Esta frase honra tu tiempo sin descalificar al otro.

El gesto de transición: Tocar suavemente el brazo, mirar a los ojos, sonreír con gratitud. Luego decir: “Gracias por compartir. Me retiro por ahora.” El cuerpo puede ser más elocuente que las palabras.

El recurso del compromiso futuro: “Me encantaría retomar esto en otro momento, cuando ambos estemos más presentes.” Esto convierte la huida en una pausa, no en un rechazo.

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El silencio como frontera: A veces, no responder es también un acto de dignidad. El silencio puede ser un límite sin violencia.

Y si el desgaste ya ocurrió… Ritualiza la recuperación. Un baño, una caminata, escribir una nota a ti mismo, encender una vela. Haz del cierre un acto de reparación al representar un desgaste cognitivo, emocional y de tiempo.

 


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