A escoger: recesión mundial o guerra nuclear
EL FANTASMA de la recesión comenzó a rondar de nuevo en el mundo, luego de que el penúltimo viernes de septiembre el índice Nasdaq de las empresas tecnológicas cayó 1.8 por ciento, mientras que el índice de las empresas tradicionales, el Standard & Poors 500 –el más representativo de la situación real del mercado–, descendió ese mismo día en 1.7%. De acuerdo con el analista financiero Enrique Quintana, el principal temor de los mercados accionarios es el conflicto entre Rusia y Ucrania, que podría escalar de nivel con la posibilidad de que los rusos usen armas nucleares.
Temas Para Pensar / Por Gínder Peraza Kumán
Si usted cree que la guerra entre Rusia y Ucrania, dos países que quedan en un continente que está en el otro lado del mundo, no tiene nada que ver con su vida ni con su familia, revise la información con que cuenta y vuelva a plantearse la cuestión.
Flaca memoria tendría quien no recuerde que cuando la pandemia del virus Covid-19 empezó a golpear a México, lo primero que hicieron las autoridades sanitarias fue divulgar una serie de consejos para que todos trataran de evitar el contagio, o por lo menos se cuidaran de mantenerse lo más lejos posible de la enfermedad.
Se explicó una y otra vez que era muy importante cuidar todos los aspectos relacionados con la salud de cada persona, porque el Covid-19 tenía menos posibilidades de arrancar vidas si el individuo al que atacaba estaba sano en general. Pero si padecía de obesidad, hipertensión, o cualquier otro problema, sus probabilidades de partir de este mundo aumentaban considerablemente.
Ahora el Covid-19 ya no es el único peligro que amenaza –sigue amenazando– a los países de todo el mundo, cada uno de los cuales vive, disfruta o sufre las particularidades de su economía. Si la recesión al fin se presenta, sus efectos no serán como en anteriores décadas, sino que cada país la resentirá a su manera, con las ventajas y desventajas generadas por todas sus debilidades y fortalezas económicas, sanitarias y sociales en general. ¿Recuerda usted aquella frase premonitoria –hablando de economía– que dice que cuando a Estados Unidos le da un catarro, México contrae una pulmonía? Pues algo así pasaría si la recesión azota al mundo, y se hace presente a uno y otro lado del río Bravo, o sea, en Estados Unidos y en México.
Es muy probable que surjan problemas de hambrunas, que no haya alimentos para todos, pero las consecuencias para un país que actualmente produce toda la comida que necesita su población y además le quedan excedentes para exportar, serían mucho menores que para una nación que en la actualidad no logra ni siquiera los volúmenes mínimos de productos agropecuarios para dar de comer a sus habitantes.
Así que las versiones de que una recesión económica podría presentarse pronto (Quintana dice que antes de que termine este año), como consecuencia de uno o varios problemas de alcance mundial, deberían ponernos a pensar, a realizar preparativos y diseñar estrategias para hacerle frente a cada una de las consecuencias que traería una caída de la economía y el comercio internacionales. Prácticamente el presidente López Obrador estaría otra vez ante el dilema que encaró hace casi dos años, cuando observando desde un avión privado tuvo que decidir cuáles poblados y sus habitantes tenía que inundar y quizás ahogar si quería desfogar una presa que amenazaba con romperse y causar perjuicios incalculables, además de la inevitable pérdida de vidas humanas.
Digámoslo de otra manera: ¿Se acuerda usted de la historia que alguna vez nos contaron para explicarnos cómo surgió el concepto de “conversaciones bizantinas”? En Wikipedia, “La enciclopedia libre”, podemos leer que “La expresión ‘discusión bizantina’ o ‘argumento bizantino’ significa una discusión o argumento inútil, en la que cada parte nunca puede llegar a probar sus aseveraciones a la parte contraria. Es equivalente a la expresión ‘discutir el sexo de los ángeles’, ya que éste era el tema sobre el que estaban discutiendo los bizantinos (de una forma seria) cuando los otomanos ponían cerco a Constantinopla en el siglo XV, siendo considerado este hecho como el origen más próximo de la expresión ‘discusión bizantina’”.
Bueno, pues podría decirse que mientras el mundo parece acercarse al precipicio de una guerra nuclear, los mexicanos estamos enzarzados en una batalla político-electoral para decidir a quién le tocará la ingente tarea de sacar a flote, luego de que se ha hundido en varios y cruciales rubros, a la economía mexicana, desde su producción agropecuaria hasta sus clústeres de armado de automóviles y otras actividades de alta tecnología, pasando por su sistema de salud y su estructura educativa.
OTRA VEZ LA AMENAZA NUCLEAR
Así como nos gustó que Enrique Quintana empezara reciente artículo para El Financiero con la advertencia de los daños que podría causar en estos momentos una recesión mundial, nos parece justo escoger algunos de los párrafos con que complementó su análisis. Dice el columnista, y deberíamos memorizarlo:
“La convocatoria (del presidente Putin) para el reclutamiento de 300 mil nuevos efectivos a fin de reforzar la invasión generó una gran preocupación. Para dimensionar el hecho, es el mayor proceso de reclutamiento desde la Segunda Guerra Mundial.
“Peor aún, el hecho de que nuevamente Putin haya manejado en su discurso la posibilidad de usar armas nucleares generó una preocupación generalizada en el mundo. Se percibe a un líder ruso acorralado, con una invasión que no ha conseguido sus resultados y con un saldo terrible para la economía rusa y crítico para su seguridad…”
Si empieza la guerra nuclear, yo me voy a esconder en Dzilam González, donde todavía quedan cenotes con agua y bastante resistentes, no como los que están destruyendo en Quintana Roo para que pase el tren maya.