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“Abuso criminal ante el pecado de respirar”*

“Abuso criminal ante el pecado de respirar”*

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*“Maldito el que acepte soborno para quitar la vida a un inocente” “Deuteronomio 27:25″*

Por Alfredo A. Calderón Cámara

*Una crueldad burocrática tan fría y despiadada se gestó en el Hospital del Niño, Rodolfo Nieto Padrón, la semana pasada, tan cruel que ni Kafka la habría imaginado. No hubo ahí error médico: hubo deshumanización letal programada. En un hospital infantil, negar oxígeno a un niño de dos años -para que respire bien- equivale a firmar la sentencia de ese niño con tinta de indiferencia. Negarle el oxígeno a un niño de dos años con traqueostomía no sólo lo vulnera, lo pisotea*

 

*Este es un acto de sevicia extrema que no se quedó en el murmullo de pasillo ni en redes, sino que llegó hasta la mesa de trabajo del columnista: un hecho de crueldad que debe tener forma, denuncia y eco. Uno más de tantos sucesos que hacen temblar los sentimientos de quienes trabajan ahí, observan los abusos dentro de las paredes de ese hospital y exhiben la podredumbre de quienes usan la bata blanca como escudo de impunidad*

 

*En paredes donde el llanto y el dolor deberían sonar a esperanza, se escucha el silbido hueco de una injusticia. El hospital infantil Rodolfo Nieto Padrón —por años símbolo de auxilio y cuidado— se ha cometido un crimen más que no cabe en ningún manual médico: negar el oxígeno a un niño enfermo. No por falta de recursos, sino por voluntad. No por error, sino por crueldad. Ubiquemos este acto de barbarie extrema*

 

*Refieren:“Mire estuvo un niño hospitalizado con diagnóstico de neumonía en el Hospital del Niño, ese niño hoy se fue de alta pero los médicos le dijeron a la mamá: “tiene que tener un tanquecito de oxígeno en su casa por cualquier cosa”. La señora de muy escasos recursos económicos habló con una trabajadora social y ella le dijo que iba a ver como la apoyaba: “ya le había conseguido que le donaran el tanquecito de oxígeno”*

 

*“A la señora la mandaron a llamar de dirección e intervino una secretaria llamada Rosario Medina, la “segunda directora del hospital”: porque ella es la “mil usos” ya que la Dra. Lucatero no le interesa atender a ese tipo de pacientes. Ya autorizado el tanquecito de oxígeno para el niño de dos años, Rosario Medina, le quitó el caso a la trabajadora social que había gestionado con el proveedor y le quitaron la receta a la señora”*

 

*La mamá del niño -doña Marisol- se pudo a llorar no entendía porque tanta maldad, pues la trabajadora social ya tenía listo todo el trámite; Rosario Medina dijo: “que nadie debe de gestionar nada sólo la dirección, cuando ellas no hacen nada, engañan a la gente, así como a los trabajadores no consiguen nada”. El niño fue dado de alta -viernes- y se fue a casa sin el embarque de oxígeno que tanto necesita. El abuso de la Dra. Lucatero se da porque tiene cerrada la puerta a las personas de muy escasos recursos”*

 

*Dimensionemos: cuando una autoridad médica retira una receta que permite en un acto de buena voluntad y amor a un proveedor entregar un tanque de oxígeno, no está corrigiendo un trámite: está interrumpiendo el derecho a la vida, protegido por el artículo 4º de la Constitución y la Ley General de Salud. Ese acto, documentado y consciente, constituye una violación directa a los derechos humanos y un posible delito de omisión de auxilio médico, tipificado por el Código Penal Federal*

 

*Pero más allá del texto jurídico, hay una sentencia que no se apela: la moral. El juramento hipocrático no permite excepciones administrativas. Quien firma su nombre para negar el aire a un niño, ha roto el pacto más antiguo de la medicina: servir, no dominar; sanar, no castigar. Pero, para la directora del Hospital del Niño y su inhumano círculo cerrado de incondicionales: el oxígeno se volvió privilegio; el dolor, trámite*

 

*Hasta el gobernador Javier May debe aterrorizarse al saber y dimensionar que los mismos que deberían proteger la vida se atrincheran tras escritorios para decidir quién respira y quién no. El aparato institucional se vuelve verdugo, y la bata blanca, disfraz de impunidad. Se espera que al enterarse el Dr. Manuel Pérez Lanz de inmediato intervenga para hacerle llegar el oxígeno a este indefenso niño de dos años de edad que no puede defenderse de la crueldad con que fue tratado por la Dra. Lucatero y su equipo*

 

*Día a día, semana a semana, ha sido documentado y exhibido que en los pasillos de ese hospital se gesta una tragedia invisible cotidiana: madres implorando aire, enfermeras impotentes, médicos honestos silenciados por miedo. El sistema se defiende con sellos, pero olvida que ningún documento puede justificar cada momento de asfixia de un niño. La Comisión Estatal de Derechos Humanos de José Antonio Morales Notario, la Secretaría de Salud, la Fiscalía General del Estado, y cada autoridad con conciencia deberían de intervenir*

 

*No se trata sólo de sancionar a una doctora o a un funcionario, sino de restaurar el principio más elemental de la humanidad: que todo niño tiene derecho a respirar sin pedir permiso. La historia registra este acto como un signo de decadencia moral. Porque cuando un Estado permite que un niño se ahogue entre sellos y oficios, deja de ser república para convertirse en un monstruo burocrático que devora su propia inocencia*

 

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*Un día —en la memoria del Edén que todavía nos observa— alguien preguntará: ¿Quién negó el aliento al inocente de Francisco “N” de dos años de edad? Y nadie podrá responder sin que se le quiebre la voz. La Dra. Lucatero debería de entender que no hay excusa que cubra el pecado de negar la vida. En lo sucesivo cada abuso debidamente documentado en este Hospital por respeto a la vida de la niñez tendrá el espacio necesario*

 

*Cuando se escribe una orden para impedir que un tanque de oxígeno llegue a casa, no se está firmando un oficio: se está sentenciando a muerte a un inocente de dos años, borrando el futuro de Tabasco. Y la historia, tarde o temprano, cobrará el aire que se robó. “Abuso criminal ante el pecado de respirar”*

 

*SEPTIMO SELLO*

*En otro tema: ahora sí se lució Lenia Batres. No conforme con arrastrar toga y cerebro por el lodo, inventó una figura jurídica que ni los dioses del absurdo conocían: “el desechamiento por sobreseimiento”. Es como decir que un muerto fue fusilado por haber fallecido. La ministra ha alcanzado el nirvana de la ignorancia, ese punto donde uno deja de aprender porque se convenció de que ya nació sabio*

 

*Lo trágico no es la burrada en sí, sino la solemnidad con la que la pronunció. Con la seguridad de quien confunde el estrado con un karaoke jurídico, soltó su disparate como si estuviera recitando jurisprudencia divina. Y ahí estaban los demás, tiesos, escuchándola, temerosos de corregirla no fuera a ser que les acuse de machismo estructural o conspiración neoliberal*

 

*SEPTIMA TROMPETA*

*México amaneció con la toga temblando. En la Suprema Corte, donde deberían residir los sabios, parece que están probando un nuevo método pedagógico: el desaprendizaje acelerado. Y Lenia, hay que reconocerlo, repartiendo patadas y rebuznadas va en la delantera. Ni un sapo del estanque ni una piedra filosofal podrían razonar peor o igualar su aporte a la teoría del disparate jurídico*

 

*SEPTIMA COPA*

*Uno pensaría que para llegar a ministra habría que, mínimo, saber o entender derecho. Pero resulta que para la Corte del Acordeón sólo le basta con saberse el número de la presidenta -con A- y tener el talento para recitar dogmas de la 4T con devoción franciscana. La Corte se ha convertido en un experimento social, una tragicomedia de solemnidad hueca donde el currículo se mide en lealtades y no en méritos*


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