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SPIUJAT, ¿el cambio?

SPIUJAT, ¿el cambio?

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Por Víctor Ulín

Como nunca, hoy existe una sana incertidumbre democrática en derredor de la próxima renovación, en el mes de noviembre de este año, de la dirigencia del Sindicato de Profesores Investigadores de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (SPIUJAT) que hoy ostenta Melchor Hernández Hernández.

Si antes, en los tiempos del PRI que en Tabasco en los hechos gobernó hasta el sexenio de Adán Augusto López Hernández, se daba por seguro que una elección, para el cargo que sea, la ganaba quien fuese postulado y que bastaba poner a trabajar la maquinaria para imponerlo, hoy, en Tabasco, dejó de ser una certeza para bien de la democracia.

Hoy las instituciones educativas -y también las sindicales- no están ni deben estar exentas de promover y consolidar la democratización interna, a pesar de las naturales resistencias de quienes quieren seguir en el poder u ocupar un cargo para mantener los intereses de grupos.

La llegada por primera vez de un gobierno genuino de izquierda y democrático que encabeza Javier May Rodríguez, garantiza de facto la protección para que ningún ciudadano y por supuesto que ningún profesor afiliado al SPIUJAT que debe hacer uso de sus libertades y derechos políticos y sindicales, sea perseguido por no apoyar el estatus quo de quienes ven a la universidad como su patrimonio.

El gobernador que es un convencido demócrata, es también un ejemplo de lucha de que no ha sido ni seguirá siendo fácil combatir las prácticas anquilosadas de un priismo que sigue haciendo daño desde las instituciones y que en particular encontró en la universidad un espacio para mantener sus privilegios y el de sus grupos que se han atrincherado, esperando que nadie los toque para que queden exentos de una transformación interna que se hace más que necesaria, urgente.

Incluso lo que ahora yo escribo – o como lo hecho por el colega Kristian Cerino que igual es académico – en mi calidad solo de periodista hubiese sido objeto de una persecución política si gobernaran los priístas, y ya no hablemos de lo que sucedería solo por denunciar irregularidades en el desempeño de funcionarios universitarios que se sienten dueños del presupuesto público y de las instalaciones, incluyendo los estacionamientos, por ejemplo, pero que mantienen la amenaza desde la academia creyendo en la perpetuidad de un poder delegado que tarde o temprano acaba y los vuelve a la realidad, lejos de la soberbia y arrogancia que ahora exhiben.

Todavía recuerdo a un alto funcionario priísta de la UJAT que -aun hoy en funciones, por cierto, y que quiere ser Rector-me amenazó a través de un tercero por haber considerado en mi condición de periodista, académico y ciudadano que el ahora gobernador Javier May Rodríguez era y es el mejor prospecto de la izquierda para sacar adelante Tabasco. Después de que ganó el ahora gobernador, ese mismo funcionario de la UJAT no pudo comportarse a la altura y actuó groseramente al rechazar un saludo respetuoso que le había ofrecido en el Día del Maestro. A su vulgar respuesta le refrendé lo que ya le había dicho (profesores fueron testigos incluso cuando quiso recomponer su comportamiento). Ni antes ni ahora oculté tampoco que en su momento apoyé de manera institucional como académico las aspiraciones a la rectoría de la doctora Mirian Carolina Martínez, con las consecuencias que pudo haber por coincidir en proyectos que impulsan la transformación, más allá de nombres.

Aun más: eran los tiempos del todo poderoso ex gobernador y ex presidiario Andrés Granier Melo, y me atreví a criticar constructivamente el desempeño errático del ex director de la División Académica de Educación y Artes (DAEA) que en respuesta me retó a golpes en el campus. Por supuesto que no le respondí. Pero así ha sido el comportamiento de funcionarios que se sentían -y sienten-, amparados por las autoridades universitarias y el gobierno priísta de entonces que alentaba la represión contra el que pensara distinto o criticara dentro o fuera de la UJAT.

Hay, sin embargo, aún viejas prácticas que algunos funcionarios de la UJAT como el titular de la radio y la televisión, que además es el Director de la Comunicación Social, que piensa que le basta beneficiar a sus amigos, los de su grupo, que aparecen en todos los eventos institucionales y programas en los que tiene injerencia y se premian mutuamente, para cumplir con la responsabilidad que le ha conferido el Rector de la universidad. Y ya no hablar de la manera en la que trata a su personal que ameritaría un texto aparte y otras acciones que tarde o temprano saldrán a la luz y que por supuesto no son avaladas por las autoridades. O de sus fallidas campañas mediáticas o en las redes sociales, e incluso en la misma universidad, contra los que considera sus adversarios políticos porque tampoco tolera la crítica a su desempeño.

Es importante que quienes representan el pensamiento crítico desde la universidad dejen atrás el temor de que no puedan expresar sus opiniones o manifestar libremente sus expresiones políticas y sindicales, porque piensan que serán perseguidos o marginados de las actividades académicas o acosados laboralmente como viene sucediendo en muchos casos todavía.

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Hoy hay en el gobierno del Estado un seguimiento cercano, de colaboración y trabajo con la UJAT, respetando su autonomía, pero al pendiente de la vida universitaria que también es pública, y más del desempeño de sus funcionarios que son servidores públicos del Estado y los más obligados a respetar los derechos humanos, laborales, políticos y sindicales de la comunidad académica, y a mantener un desempeño respetuoso y plural a favor de la comunidad universitaria.

La UJAT y el SPIUJAT son instituciones que reciben financiamiento público y que no son ajenas a las transformaciones que ocurren en otros ámbitos de la vida pública, sindical o social. Al contrario: deben ser reflejo de las grandes transformaciones que suceden en Tabasco y el resto del país.

La próxima elección sindical para renovar la dirigencia del SPIUJAT es la gran oportunidad para que la base magisterial decida libre y democráticamente el destino de una organización que requiere un viraje de fondo, de honda transformación. A diferencia de quienes quisieran que todo permanezca igual por convenir a sus intereses, la UJAT y el SPIUJAT, como ya ocurre en todo el país, no pueden ni deben quedarse fuera de la transformación democrática que en Tabasco avanza.

No podemos negar que hoy en contraste con otros tiempos que deberían avergonzarnos por nuestra inacción y conscientes de que no es fácil desterrar al viejo priismo, hay una creciente tendencia y ánimo de buena parte de la base magisterial que rechaza el continuismo y apela al cambio real, para que se de la llegada del sucesor de Melchor Hernández Hernández al frente del SPIUJAT.

A días de la elección sindical, hay una comunidad académica lista para participar y atenta al desarrollo del proceso y a denunciar si se llegan a presentar irregularidades que, en su caso, deberán resolver los tribunales que para fortuna de todos ya no forman parte del viejo régimen que mantenía el control y que decidía, mediante una operación de Estado, quién ganaba una elección a pesar de su ilegalidad.


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