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EL MONOLITO DEL TLÁLOC

EL MONOLITO DEL TLÁLOC

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El Monolito del Tláloc.

HISTORIA DEL ESTADO DE MÉXICO

EL MONOLITO DEL TLÁLOC

El célebre Tláloc, o dios de la lluvia, es nombrado en forma de guasa cada vez que llueve demasiado, e incluso aparece en memes. Pero los antiguos mexicas lo consideraban un dios muy poderoso, al grado que le ofrecían múltiples ofrendas…

El Monolito del Tláloc.
El Monolito del Tláloc.

Imagínate un gigantesco monolito de siete metros de altura y que pesa 168 toneladas. Esa gigantesca piedra que obviamente era más grande antes de ser tallada, fue usada para que los mexicas crearan la efigie de una deidad.

El hecho de desenterrarla y esculpirla ya es toda una proeza, la cual se desconoce hasta ahora cómo hicieron para transportarla de donde la encontraron al que es hoy el pueblo de San Miguel Coatlinchán, en el Estado de México.

Ahí se reunían los aztecas y tribus sometidas por ellos para adorar a Tláloc, como fue que lo nombraron y que es el dios de la lluvia. Realizaban grandes peregrinaciones hasta ese lugar, ofrecían incienso y le daban múltiples ofrendas.

Con la llegada de los españoles a México, no se sabe si los conquistadores lo enterraron para que los indígenas no lo adoraran, o fueron los mismos mexicas los que lo sepultaron para que los ibéricos no fueran a destruirlo.

El caso es que quedó bajo tierra varios siglos hasta que a finales del siglo XIX, unos campesinos estaban arando la tierra en San Miguel Coatlinchán cuando se toparon con el inmenso monolito.

FUE UN FORTUITO HALLAZGO

Tláloc es el dios de la lluvia y de la fertilidad.
Tláloc es el dios de la lluvia y de la fertilidad.

La gente no reconoció al Tláloc en esa mole de piedra y obviamente no lo pudieron sacar de ahí, solo le quitaron la tierra de alrededor y el pueblo curioso fue a conocerlo.

Lo llamaron ‘La Piedra de los Tecomates’, por los cuencos o hendiduras circulares que el monolito tiene y que se asemejan a la jícara (las conchas utilizadas para servir el pozol de chocolate y que se conocen como tecomates).

De hecho, la gente la conocía con diferentes nombres y la asociaban a diversas creencias y leyendas. No imaginaron que estaban ante un dios de sus antepasados.

A finales del siglo XIX, el pintor mexicano José María Velasco realizó una representación en óleo de este monolito, identificándolo como el Chalchiuhtlicue, otra deidad que se relacionaba con el agua.

Pero fue hasta principios del siglo XX, cuando por fin el arqueólogo Leopoldo Batres identificó correctamente quien era la escultura, como una representación del dios Tláloc, ya que se basó en sus características iconográficas.

Ahí se quedó toda la primera mitad del siglo XX y fue en la década de los sesenta, se tomó la decisión de trasladar el monolito al recién inaugurado INAH (Museo Nacional de Antropología e Historia).

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Esto con el objetivo de preservarlo y exhibirlo en un lugar adecuado, donde mucha más gente lo pudiera mirar y aprender acerca de un antiguo dios mexica.

EL MONOLITO DEL TLÁLOC

El Monolito del Tláloc.
El Monolito del Tláloc.

Pero la cosa no fue fácil, ya que los habitantes de San Miguel Coatlinchán estaban a punto de enfrentarse a las autoridades porque no querían que se les despojara de su escultura. El caso es que llegaron a un misterioso arreglo.

Llevar el Tláloc desde el Estado de México al entonces Distrito Federal fue toda una proeza para la época. Esa pieza tan monumental y pesada requirió equipo especializado y una planificación cuidadosa para evitar daños a la escultura.

Finalmente, en 1964, el monolito fue instalado en su ubicación actual en el Museo Nacional de Antropología e Historia, donde es uno de los símbolos más representativos de la colección junto con el Calendario Azteca.

Hoy en día, el monolito recibe a todos los visitantes en la entrada al INAH y es un símbolo nacional que vale la pena ir a ver cuando estés en la Ciudad de México…


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