Los votos de la fe, choque de trenes
La Conferencia del Episcopado Mexicano hizo pública su animadversión en contra de la reforma electoral que impulsa AMLO.
Expedientes MX
En enero de 2022 el Tribunal Electoral del Poder Judicial ordenó a la Secretaría de Gobernación, sancionar a cinco sacerdotes de la Iglesia católica por interferir en las elecciones de junio de 2021.
La sanción no implicó prisión, fue sólo una amonestación pero, el llamado de atención fue tajante ante la opinión pública: no interfieras.
El máximo tribunal confirmó la existencia de la violación al principio constitucional de separación Iglesia-Estado, por parte del cardenal Juan Sandoval Íñiguez y del sacerdote Mario Ángel Flores Ramos. Pero, ¿qué tanto pesa la Iglesia en una elección federal?
Para diversos expertos, los candidatos de izquierda rara vez atraen el voto religioso, porque simpatizan con valores morales liberales que generalmente son contrarios a los de los creyentes en alguna religión.
Sin embargo, las elecciones de 2018 mostraron una sorprendente convergencia entre el candidato López Obrador y los creyentes católicos. ¿Cómo podemos explicar esta convergencia? ¿Se sienten los ciudadanos religiosos atraídos por los discursos religiosos de los candidatos?
Hoy la relación entre la Iglesia católica y el gobierno del tabasqueño no son las mejores. No se “topan” dirían lo jóvenes de hoy. Varios investigadores han explorado el papel que la religión desempeña en el sistema de partidos de México.
En estos momentos el país se enfrenta a debates sobre cuestiones religiosas y morales que fácilmente podrían activar un voto religioso entre diferentes alternativas políticas. México puede considerarse un país religioso, ya que ocho de cada diez personas son católicas frente a sólo 10 % que declara no pertenecer a ninguna iglesia.
De los creyentes, una tercera parte de católicos y 60 % de protestantes y evangélicos asisten a la iglesia cada semana.
De manera reciente, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) hizo pública su animadversión en contra de la reforma electoral que impulsa el gobierno de la Cuarta Transformación.
“La sola pretensión de hacerlo pone en entredicho la calidad moral de quienes la impulsan”, se puede leer en el comunicado, además la conferencia reconoció la credibilidad del INE y del Tribunal del Poder Judicial de la Federación: “El INE tiene una gran aceptación de la ciudadanía, siendo una de las Instituciones más confiables para los mexicano”.
Para institución presidida por Ramón Castro, “la reforma electoral es claramente regresiva, más aún, constituye un agravio a la vida democrática del país, reforma destinada a afectar la representación y el equilibrio de las minorías y mayorías, llevando el control de los comicios hacia el ámbito del gobierno federal centralista”.
Desde la perspectiva del CEM entre los agravios que implica la reforma electoral se encuentran afectación a la gestión presupuestal, las repercusiones en su autonomía ciudadana y en su imparcialidad partidista, por lo que en el comunicado hace un exhorto tanto al poder legislativo como al ejecutivo para de, “no poner en riesgo la estabilidad y gobernabilidad democrática del país”.
La relación de López Obrador con la Iglesia católica ha sido tensa, sobre todo cuando en meses pasados asesinaron en Chihuahua a dos curas de la orden jesuita, acción que le valió críticas en su estrategia de seguridad por parte de la iglesia.
“Hasta a los religiosos se les olvida cómo era contestar violencia con violencia. No siguen el ejemplo del Papa Francisco, porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”, respondió el presidente en una conferencia mañanera ante las declaraciones del obispo de Cuernavaca, Ramón Castro.
La pugna está en su máximo esplendor. De manera reciente, el gobierno federal ordenó al presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas, Arturo Farela, salir a decir que la Iglesia católica está tratando de incendiar al país. Si AMLO quiere imponer en México su religión cristiana, e ir desplazando a la católica, está jugando con fuego.
Con una población total de poco más de 126 millones de personas y alrededor de 97.8 millones de habitantes que declaran ser católicos, México es el segundo país con mayor porcentaje de catolicidad en el mundo, después de Brasil, a pesar de que según el Censo de Población y Vivienda 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el número de creyentes bajó a 77.7 por ciento.
La Cuarta Transformación tiene ya muchos frentes abiertos, pero uno serio, sin duda, es el religioso. “No hables de religión en una mesa de desconocidos”, reza el proverbio ancestral, que sólo un necio, puede dejar pasar de largo.
La pugna esta abierta, sobre todo, cuando la Compañía de Jesús en México ha exigido justicia por los homicidios impunes de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar asesinados al interior de una iglesia ubicada en la comunidad de Cerocahui, en el municipio de Urique, por José Noriel Portillo Gil, alias “El Chueco”.
La impunidad llegó a la Iglesia. Aquí yo no defiendo a ninguna religión, cada quién su libre pensamiento. Pero los que le hablan al oído al presidente le deberían recomendar que con los católicos no se juega, y menos, con votos de por medio.